Relato Ficticio Heterosexual Ballbusting; Un matrimonio cuarentón de clase baja y escasa cultura, practica el
maltrato habitualmente, pero, ante las últimas palizas desmesuradas, la esposa
tomará venganza con un rodillo de cocina.
Lorenzo y Claudia
eran un matrimonio cuarentón de clase baja de un suburbio de Vallecas. Los dos,
de escasa cultura, se comportaban como maltratadotes en potencia, él de manera
más física, ella de modo más psicológico, lo que no resultaba óbice para soltar
algún que otro mamporro a su marido. Ambos estaban acostumbrados a insultar y pegarse
sin interponer jamás una demanda, pero, últimamente, la situación se había radicalizado,
porque Lorenzo estaba sin trabajo y se gastaba gran parte de la ayuda social en
bebida junto a otra mujer de mala fama. Claudia pasaba los días gritando e
insultando a su esposo, humillándolo por no saber ganarse la vida y acusándolo
de infidelidad, razón última, por la que Claudia le había dado por tirar los
platos a la cabeza de su marido, causándole una profunda herida en la ceja que
le costó al hombre un buen número de puntos. Él contestaba con brutales palizas
que día a día aumentaban en peligrosidad poniendo en peligro la integridad
física de su esposa. Claudia ya estaba harta, pero no lo iba a denunciar, pues ella
en el fondo era igual que él; Claudia se iba a vengar a su manera.
Una noche, como de
costumbre, Lorenzo, borracho, regresó a casa de madrugada cuando su esposa
dormía. El marido se metió en la cama apestando a alcohol, sin apenas cambiarse
y empezó a sobar los pechos de su mujer, despertándola por la rudeza de los
tocamientos, Claudia sintió un fuerte daño en sus mamas y sintió asco por el
aliento a ginebra de Lorenzo.
-¿Dónde has estado,
cerdo apestoso? –le inquirió Claudia.
-Por ahí bebiendo
con amigos, qué te importa.
-¿Y esa mancha de
carmín en el cuello de la camisa significa que te das besos con esos maricones
de tus amigos?
-Yo he estado donde
me sale de los cojones que para eso los tengo, cosa que tú no.
Así que cierra tu sucia boca, zorra.
-Eres un hijo de
puta y estoy harto de ti.
Sin pensárselo,
Lorenzo le pegó un bofetón a su esposa, la mujer apenas tuvo tiempo de sentirla,
porque al momento él la agarraba de los brazos tratando de bajarle las bragas.
-Suéltame asqueroso
cerdo, estoy harta de que vengas a hacérmelo por la fuerza. Te voy a denunciar,
violador.
Un fuerte puñetazo se estampó contra la cara
de Claudia que perdió el conocimiento. Lorenzo aprovechó para violarla
salvajemente. Después, el agresivo esposo se durmió en un profundo sueño debido
a la borrachera.
Un terrible dolor
despertó a Lorenzo de su pesado sueño, comenzó finamente cual aguja hasta
convertirse en un dolor expansivo y emético. Se incorporó repentinamente y profirió
un escalofriante alarido agarrándose los testículos. Levantó la vista y
contempló a Claudia con un rodillo de madera golpeándolo de manera amenazadora
contra sus manos. El mismo rodillo con el que su esposa amasaba sus postres en
la cocina había sido el causante del tremendo dolor genital de Lorenzo.
-Ahhh Dios mió,
qué me has hecho hija de la…
-Calla imbecil!!
Me habías dejado inconsciente de un puñetazo, podrías haberme matado…
-Uhhha aaa pero
qué dices, yo controlé mi fuerza…esto es….uuuu ahhh mucho peor me has podido
desgraciar…
-¿Con quien has
estado esta noche?
-Con los amigos ah
ah aaah
-Seguro que has
estado con ese zorrón de Lola, crees que no lo sé.
-Ahhhh cuando me
recuperé vas a ver cabrona, te voy a pegar la mayor paliza de tu vida –amenazó
Lorenzo con una mirada llena de odio.
-Ya me cansé de
tus palizas, de momento toma este mazazo gilipollas –y le estampó el rodillo
entre los dientes llegando a romperle uno de ellos.
Entre el dolor
testicular y el de la boca, Lorenzo acabó mareado quedando semiinconsciente, el
rodillo poseía unas amplias proporciones y ella sabía utilizarlo con destreza
pues había trabajado en el pasado de panadera y lo había afanado de su antiguo
empleo. En sus expertas manos, el rodillo de cocina se asimilaba a un bate de
béisbol doméstico.
Sea por rabia o no,
tiró el rodillo al suelo y se lanzó sobre Lorenzo que estaba tendido en la
cama. Fue un craso error pues aunque un puñetazo tras otro impactaba contra el
rostro y el estomago de Lorenzo, este, finalmente, apartó de una patada en la
cadera a su esposa, quien acabó chocando contra la pared.
-Ahora verás,
zorra, te voy dejar lisiada.
Lorenzo se acercó
sobándose sus partes, pues aún le dolía el golpe en los testículos más que la
perdida del diente. Claudia se dolía de su cadera y de la espalda ya que se había
clavado el saliente de la estantería al ser impulsada por la patada de su
esposo, este le soltó un tremendo bofetón que además de cruzarle la cara
retumbó por toda la habitación. Después le conectó un puñetazo en el estomago
que hizo gritar a Claudia de dolor, acabando de rodillas en el suelo y
llorando. Cobardemente, Lorenzo comenzó a soltar patadas a su esposa mientras
esta continuaba de rodillas, cuando de repente;
-Uaaaaauuhhh ah ah ah
Con ambas manos Claudia había agarrado el
bulto que formaban los genitales de Lorenzo sobresaliendo dentro de sus
calzoncillos, aquello era blando y la mujer se cebó.
-Uaaah ah ah suelta
cabrona, suéltame aaahora mismoo –suplicó Lorenzo mientras su esposa se
esforzaba en comprimir y retorcer los expuestos testículos del hombre.
-Y ahora qué, perro,
te voy apretar hasta la muerte, nunca más volverás a follarte a esa zorra.
-No nooooo
sueltaaaaa,
-Es más, nunca más
volverás a follar con nadie –y Claudia con sus dos manos acometió un durísimo y
salvaje tirón hacia abajo
-aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaah
Después del inolvidable tirón, Claudia no
soltó a su presa y Lorenzo muerto de dolor sólo atisbo a abrir lo más posible
las piernas con las rodillas flexionadas para evitar que Claudia no se los
arrancase.
-Ahhhh que ganas
te tenía cabrón, ahora no eres nada, vas a pagar todas las palizas que me has
dado.
-Tú siempre me has
pegado oh oh no eres una inocente ah ah suéltame,
suéltame ahora mismoooo.
Pero Claudia no
sólo no soltó sino que apretó con todas sus fuerzas mientras retorcía los
testículos de su esposo, como si le fuera la vida en ello, incluso para
ayudarse la mujer soltaba gruñidos de esfuerzo. Lorenzo, además de gritar desesperado
se echó a llorar.
-Buaaaah Buaaaah
-Mira como llora
la maricona, jajaja. Y ahora prepárate ya verás lo que voy a hacer, primero voy
a aflojar un poco… pero como intentes soltarte o hacerme algo tiraré con todas
mis fuerzas otra vez hacia abajo.
Claudia soltó una
de sus manos mientras con la otra agarró uno solo de los testículos no apretaba
demasiado porque quiso dejar un hueco entre su mano y el testículo izquierdo.
Sin embargo, Lorenzo a pesar de que ahora notaba menos presión no intentó
zafarse porque al margen de estar hecho polvo por el dolor ella daba pequeños
tironcitos hacia abajo como aviso de que si él intentaba soltarse pegaría otro
gran tirón. Claudia con la mano libre cerró el puño extendió el brazo hacia
atrás y le gritó;
-¡Esto por el
puñetazo con el que me desmayaste hijo de la gran puta!
y soltó un terrible puñetazo al testículo izquierdo que
sostenía con su otra mano.
-Uaaah no
noooooooooo oooooy ahhh buahhh
Lorenzo lloraba y gimoteaba de dolor, pero Claudia no paraba.
Tiró un poco del testículo izquierdo y pasó a tomar el derecho.
-Esto por el
puñetazo que me diste en el estomago. Yaaaaah POF
El puñetazo al
testículo derecho aún fue más fuerte, la visión de Lorenzo se tornó borrosa
mientras se deshacía en lamentos. Finalmente, se desmayó.
Al despertar se
encontró atado con el tendedor de la ropa alrededor de los brazos y el torso, en
cambio, las piernas estaban atadas por los tobillos en distintas direcciones;
una atada en la pata de la cama, otra hacia la parte baja de la estantería. Sus
piernas formaban una posición de v invertida y estaba desnudo con su amoratado
e hinchado sexo al aire. Al margen, del insoportable dolor de los testículos,
notó unos pinchazos quemadores en el ano. Si no fuera por el dolor testicular, la
quemazón del ano sería suficiente para baldarlo.
-Hija de putaaaa
que me has hecho en el culo!!!
Claudia le enseño
el enorme rodillo de cocina.
-Te lo he metido
por el culo, igual que tú me violaste cuando estaba desmayada. Ojo por ojo y
ojete por ojete.
-Ahhh ahhh mi
culo eres un demonio de mujer, me das asco, siento asco de ti, te mataré, mátame
ahora porque sino te mataré cuando me desate.
-Ahora verás
pedazo de basura, te voy hacer el favor de tu vida, te dije que no volverías a
follar y no lo harás. Te voy a dar un martillazo en los güevos que te los voy a
reventar.
-No, no, espera,
hablemos –Lorenzo se arrepintió enseguida de las ultimas palabras dirigidas a
su vengativa y violenta esposa.
-No dices que me
vas a matar, que te doy asco, pronto has cambiado.
-Espera, por favor,
retiro lo que he dicho, soy tu marido, aún podemos arreglarlo.
-Aaaah ya estas
acojonado eh??
Claudia buscó y
sacó de un baúl un pesado martillo que casi le costaba levantarlo en el aire.
-Mira pedazo de
mierda te los voy a reventar, joputa, a mi ya me da igual ir a la cárcel pero
yo te reviento por mis muertos, antes me dijiste que tú hacías lo que te sale
de los cojones porque para eso los tienes y yo no, pues ahora vas a comprender
lo que es no tener güevos, porque cojones no los has tenido nunca, mariconazo.
-No, estás loca,
completamente loca, haré lo que quieras, envíame a prisión, denúnciame,
divorciémonos, te pagaré una pensión pero no lo hagas, no lo hagas.
Lorenzo se echó a llorar y antes de cerrar
los ojos contempló a Claudia levantando el martillo. Se oyó un sonoro golpe y
sintió un terrible dolor en los testículos, sin embargo, el estremecedor dolor
no parecía provenir de un martillo si no de algo menos duro y un poco más
puntiagudo. Al abrir los ojos vio el martillo en el suelo y el pie de Claudia
sobre sus testículos.
Pelea de este matrimonio muy "choni"
-Yo no voy a ir a
la trena por ti, canalla –dijo la mujer.
A pesar del
tremendo dolor que le había provocado la patada, sintió cierto alivio al pensar
que quizás se habría salvado su virilidad cosa que con el martillo no. Pero el
dolor provocado por la patada de su mujer resultaba tan fuerte que ya casi
estaba arrepintiéndose.
-Y ahora un último regalo, superpatadón en
las huevas, hasta que la muerte nos separé.
Y Claudia tomó carrerilla y le dio una
segunda patada a Lorenzo en sus delicados testículos. El alarido sonó por todo
el barrio y Lorenzo acabó vomitando.
-Me voy con el Fran, a follarmelo, cosa que
dudo ahora puedas hacer tú.
Desde ahora serás el
nuevo capón del barrio, porque además le voy a contar a todo el mundo, sobre
todo a las zorras que te tirabas, que ya has dejado de ser macho.
La mujer salió por
la puerta y tomó unos preservativos, aún quedaba mucha noche.
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